Bú.

viernes, 30 de diciembre de 2011

La primera pregunta; ¿Es verdad?

La pegunta ¿Es verdad? exige que determines si puedes o no estar absolutamente seguro de que esas muletas mentales en las que te apoyas son de verdad ciertas. Si no lo son, debes decidir inmediatamente invalidarla; utiliza excusas para mantenerte alejado de lo que te atrae, hacer, o ser, es como organizar tu vida sobre la base de una mentira.

Para mi hay cuatro categorias de excusas para la pregunta;
1). Va a ser dificil.
2). Si lo suelto, habrá un drama familiar.
3). No me lo puedo permitir.
4). Nadie me va a ayudar si lo cuento.

lunes, 26 de diciembre de 2011

No me lo puedo permitir.

Lo contrario de No me lo puedo permitir es Me lo puedo permitir, aunque por el momento no se como podré finalizarlo para que se haga realidad.

Quinto principio; disposición.

La palabra "disposición", describe un concepto muy amplio.

Puede que pienses inmediatamente pues claro que estoy dispuesto... dispuesto a hacer lo que sea con tal de vivir una vida de éxito, felicidad y excelente salud .

Me gusta la soledad. Está bien.

Nadie me va a ayudar.
Si lo que buscas esque "nadie" te ayude, te puedo garantirar que el universo te ofrecerá experiencias que reflejan tus bajas expectatigas.

domingo, 25 de diciembre de 2011

¿De verdad te parece que Dios o la Mente Divina piense en términos "no se puede hacer"?

Pues claro que no.
A mi la lógica me parece suficientemente clara; sintetiza con la energía que lo puede todo, por que esa es tu naturaleza original.

Aqui, en el conocimiento, todo es posible.

Oh, tu, que intentas aprender la maravilla del amor en el cuaderno de apuntes de la razón, mucho me temo que nunca aprenderás nada.

domingo, 18 de diciembre de 2011

Adios a las grandes excusas.


Exsisten dos grandes excusas que todos utilizamos;

- La primera es; de verdad que no puedo evitar ser como soy, al fin y al cabo, no puedo cambiar mi ADN. Mi construcción genética es la culpable.

- La segunda gran excusa tiene sus raizes en la primera, en tu inancia y condicionalmente en la familia. Te influye en tantísimas maneras que probablemente sientes que es un aspecto de tu vida del que es imposible liberarse.

viernes, 16 de diciembre de 2011

Piratas.

La historia de la piratería es casi tan antigua como la historia de la humanidad.

Cuando algunos hombres se dieron cuenta que podían viajar por el mar, se volvieron navegantes. Y cundo otros hombres se dieron cuenta de que podían asaltar a esos navegantes, se volvieron piratas.

jueves, 15 de diciembre de 2011

En cuando tenga oportunidad, me voy a Egipto.

"Nos quedan solo unas horas, así que escucha con atención. Si estás oyendo esta historia, ya corres peligro. Mi hermana Sadie y yo podríamos ser tu única esperanza. Todo empezó en Londres, la noche en que nuestro padre hizo explotar el Museo Británico con un extraño conjuro. Fue entonces cuando nos enteramos de que, además de un reconocido arqueólogo era una especie de mago del Antiguo Egipto. Rodeado de valiosas antigüedades, empezó a entonar extrañas palabras... Algo debió de salir mal, porque la sala quedó reducida a escombros; Set, el dios del caos, apareció de la nada envuelto en llamas y a nuestro padre se lo tragó la tierra...No puedo decirte nada más; el resto deberás descubrirlo tú. "
(La pirámide roja).

Y, si quieres llorar, te hago reir.

 * ¿Estás dispuesto a aceptar toda la responsabilidad por todas las condiciones de tu vida?

Si estás dispuesta a que que él te viva, lo verás en todas partes, incluso en las cosas más bulgares.




Cuando te corrigan en alguna cosa, hazla bien. Ve por el pesillo y no te choques con la mesa.

Yo creo, que hay vida después de la muerte.
En algún momento pude ser un pájarillo intentando volar, y descuidadamente salté y caí. O una serpiente novata, y me comió algún animal más grande y fuerte. ¡Incluso un dinosario!
A veces, me paso a pensar en cosas que se me pasan por la cabeza. Por ejemplo;
 * Hace poco, me veía con plumas y pico.
 * Otra vez me ví debajo del agua, en un coral rosa.
 * Y lanzando fuego.
¿Y si hubiera sido un árbol?

martes, 13 de diciembre de 2011

¿Mi casa? Mis normas. ¿No te gustan? A la p*ta calle.

No puedes montar en bici hasta los 17.
No puedes acostarte tarde hasta que no tengas 10. 
No puedes conducir un coche si no tienes 16.
No puedes practicar el sexo si no tienes 18.
No puedes tener un empleo con más de 50.
No puedes cambiar de profesión si pasas tu mejor edad.
A los 12 no te enamoras, pipa.
"Perro viejo no aprende trucos nuevos".
Eres demasiado mayor; portate de acuerdo con tu edad; es demasiado tarde.

T. Uchiha, Zero .

Madrid.
Canarias.
2051 km.

Excusas.

"¿Puedo introducir nuevos cambios en mi manera de vivir? ¿Es posible cambiar pensamientos y conductas derrotistas que me han acompañado de manera constante desde que tengo memoria? ¿De verdad puedo dar media vuelta y desprogramarme, si nunca e conocido otra manera de pensar y actuar? He estado deprimida toda mi vida. ¿Es factible o práctico que piense en eliminar esas viejas y familiares maneras de ser, y aburrirme en un nuevo yo?"

Me deshago de las viejas maneras de pensar y acceder al conocimiento.
-  Cuando sientas el impulso de utilizar excusa, se consciente de que ya no la necesitas. Simplemente, se consciente de este nuevo conocimiento.
1). ¿Es verdad? Probablemente, no.
2). ¿De donde salieron las excusas? Yo lo permití.
3). ¿Que beneficio se saca? Evito riesgos y sigo igual.
4). ¿Cómo sería mi vida si no pudiera utilizar las excusas? Sería libre para ser yo misma.
5). ¿Puedes cambiar un motivo racionar para cambiar? Fácilmente.
6).¿Puedo lograr la cooperación universal para librarme de viejos hábitos? Si, simplemente conectando con mi forma de ser.
7).¿Cómo puedo reformar continuamente esta nueva manera de ser? Manteniéndome vigilante.

Excusas, ya no os necesito en mi vida, asique... ¡fuera!

sábado, 10 de diciembre de 2011

Dragón.

La noche soplaba en el escaso pasto del páramo. No había ningún otro movimiento. Desde hacía años, en el casco del cielo, inmenso y tenebroso, no volaba ningún pájaro. Tiempo atrás, se habían desmoronado algunos pedruscos convirtiéndose en polvo. Ahora, sólo la noche temblaba en el alma de los dos hombres, encorvados en el desierto, junto a la hoguera solitaria; la oscuridad les latía calladamente en las venas, les golpeaba silenciosamente en las muñecas y en las sienes. 
Las luces del fuego subían y bajaban por los rostros despavoridos y se volcaban en los ojos como jirones anaranjados. Cada uno de los hombres espiaba la respiración débil y fría y los parpadeos de lagarto del otro. Al fin, uno de ellos atizó el fuego con la espada. 
—¡No, idiota, nos delatarás! 
—¡Qué importa! —dijo el otro hombre—. El dragón puede olernos a kilómetros de distancia. Dios, hace frío. Quisiera estar en el castillo. 
—Es la muerte, no el sueño, lo que buscamos... 
—¿Por qué? ¿Por qué? ¡El dragón nunca entra en el pueblo! 
—¡Cállate, tonto! Devora a los hombres que viajan solos desde nuestro pueblo al pueblo vecino. 
—¡Que se los devore y que nos deje llegar a casa! 
—¡Espera, escucha! 
Los dos hombres se quedaron quietos. 
Aguardaron largo tiempo, pero sólo sintieron el temblor nervioso de la piel de los caballos, como tamboriles de terciopelo negro que repicaban en las argollas de plata de los estribos, suavemente, suavemente. 
—Ah... —el segundo hombre suspiró—. Qué tierra de pesadillas. Todo sucede aquí. Alguien apaga el Sol; es de noche. Y entonces, y entonces, ¡oh, Dios, escucha! Dicen que este dragón tiene ojos de fuego y un aliento de gas blanquecino; se le ve arder a través de los páramos oscuros. Corre echando rayos y azufre, quemando el pasto. Las ovejas aterradas, enloquecen y mueren. Las mujeres dan a luz criaturas monstruosas. La furia del dragón es tan inmensa que los muros de las torres se conmueven y vuelven al polvo. Las víctimas, a la salida del Sol, aparecen dispersas aquí y allá, sobre los cerros. ¿Cuántos caballeros, pregunto yo, habrán perseguido a este monstruo y habrán fracasado, como fracasaremos también nosotros? 
—¡Suficiente, te digo! 
—¡Más que suficiente! Aquí, en esta desolación, ni siquiera sé en que año estamos. 
—Novecientos años después de Navidad. 
—No, no —murmuró el segundo hombre con los ojos cerrados—. En este páramo no hay Tiempo, hay sólo Eternidad. Pienso a veces que si volviéramos atrás, el pueblo habría desaparecido, la gente no habría nacido todavía, las cosas estarían cambiadas, los castillos no tallados aún en las rocas, los maderos no cortados aún en los bosques; no preguntes cómo sé; el páramo sabe y me lo dice. Y aquí estamos los dos, solos, en la comarca del dragón de fuego. ¡Que Dios nos ampare! 
—¡Si tienes miedo, ponte tu armadura! 
—¿Para qué? El dragón sale de la nada; no sabemos dónde vive. Se desvanece en la niebla; quién sabe a dónde va. Ay, vistamos nuestra armadura, moriremos ataviados. 
Enfundado a medias en el corselete de plata, el segundo hombre se detuvo y volvió la cabeza. 
En el extremo de la oscura campiña, henchido de noche y de nada, en el corazón mismo del páramo, sopló una ráfaga arrastrando ese polvo de los relojes que usaban polvo para contar el tiempo. En el corazón del viento nuevo había soles negros y un millón de hojas carbonizadas, caídas de un árbol otoñal, más allá del horizonte. Era un viento que fundía paisajes, modelaba los huesos como cera blanda, enturbiaba y espesaba la sangre, depositándola como barro en el cerebro. El viento era mil almas moribundas, siempre confusas y en tránsito, una bruma en una niebla de la oscuridad; y el sitio no era sitio para el hombre y no había año ni hora, sino sólo dos hombres en un vacío sin rostro de heladas súbitas, tempestades y truenos blancos que se movían por detrás de un cristal verde; el inmenso ventanal descendente, el relámpago. Una ráfaga de lluvia anegó la hierba; todo se desvaneció y no hubo más que un susurro sin aliento y los dos hombres que aguardaban a solas con su propio ardor, en un tiempo frío. 
—Mira... —murmuró el primer hombre—. Oh, mira, allá. 
A kilómetros de distancia, precipitándose, un cántico y un rugido: el dragón. 
Los hombres vistieron las armaduras y montaron los caballos en silencio. Un monstruoso ronquido quebró la medianoche desierta y el dragón, rugiendo, se acercó y se acercó todavía más. La deslumbrante mirilla amarilla apareció de pronto en lo alto de un cerro y, en seguida, desplegando un cuerpo oscuro, lejano, impreciso, pasó por encima del cerro y se hundió en un valle. 
—¡Pronto! 
Espolearon las cabalgaduras hasta un claro. 
—¡Pasará por aquí! 
Los guanteletes empuñaron las lanzas y las viseras cayeron sobre los ojos de los caballos. 
—¡Señor! 
—Sí; invoquemos su nombre. 
En ese instante, el dragón rodeó un cerro. El monstruoso ojo ambarino se clavó en los hombres, iluminando las armaduras con destellos y resplandores bermejos. Hubo un terrible alarido quejumbroso y, con ímpetu demoledor, la bestia prosiguió su carrera. 
—¡Dios misericordioso! 

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La lanza golpeó bajo el ojo amarillo sin párpado y el hombre voló por el aire. El dragón se le abalanzó, lo derribó, lo aplastó y el monstruo negro lanzó al otro jinete a unos treinta metros de distancia, contra la pared de una roca. Gimiendo, gimiendo siempre, el dragón pasó, vociferando, todo fuego alrededor y debajo: un sol rosado, amarillo, naranja, con plumones suaves de humo enceguecedor. 
—¿Viste? —gritó una voz—. ¿No te lo había dicho? 
—¡Sí! ¡Sí! ¡Un caballero con armadura! ¡Lo atropellamos! 
—¿Vas a detenerte? 
—Me detuve una vez; no encontré nada. No me gusta detenerme en este páramo. Me pone la carne de gallina. No sé que siento. 
—Pero atropellamos algo. 
El tren silbó un buen rato; el hombre no se movió. 
Una ráfaga de humo dividió la niebla. 
—Llegaremos a Stokel a horario. Más carbón, ¿eh, Fred? 
 
Un nuevo silbido, que desprendió el rocío del cielo desierto. El tren nocturno, de fuego y furia, entró en un barranco, trepó por una ladera y se perdió a lo lejos sobre la tierra helada, hacia el norte, desapareciendo para siempre y dejando un humo negro y un vapor que pocos minutos después se disolvieron en el aire quieto.

viernes, 9 de diciembre de 2011

Epílogo (Cincuenta y seis y cncuenta y siete).

Cuervos en el suelo de Dent de Nuit. Lo veían todo. 
  Veían a la Enrarecida mirando al fuego. Veían a los Cagulards huyendo en todas direcciónes. A los Fóbicos, sin mando, vagaban perdido entre calles y  nieve helada. 
  Escuchaban. Escuchaban la plegaria de la Enrarecida y las palabras de consuelo de un Barbudo. Escuchaban las llamas. Escuchaban el lejano, tremendo aullido del gran Lobo rojo.  
De caza.
Veían a un tal Gus van Zant acunando en sus brazos lo que quedaba de la niña. La acunaba y cantaba. Cantaba una vieja canción que trataba de Aquiles y la tortuga. 
De Puertas y Sombras.
 

Cincuenta y seis y cincuenta y siete.

   56.

El dolor fue inmediato.La plata de la carne era la única realidad del mundo. Aquel chico jamás había sufrido tanto.
   Cada nervio imploraba piedad. Así, unos cazadores transformaban a lobos en Cánydos. Los collares de plata incitaban a la bestia y aniquilaban al hombre.Y cuando la bestia estaba en el apogeo de su fuerza, torturaban y humillaban.
   Cuando el dolor pasó, el chico vio el cielo estrellado. Tendido de espaldas en el suelo, atado con gruesas cadenas. El cielo le pareció luminoso e infinitamente vacío.
   A continuación, los gemidos de una niña. No era una simple niña. Era un lobo.

-No -lloró el chico.
   Uno de los cazadores de acercó a el.
-Se ha despertado.
-¿Ya?
   El cazador le cogió del pelo y le agitó la cabeza.
-Eres un tipo fuerte -le dijo.
   La niña chilló. Los cazadores rieron.
-¿Que le estáis haciendo? 
-Aún habla -dijo el cazador, asombrado.
-Ponle el collar y déalo.
-Obedezco -resopló el otro.
-Deja que mire -lo detuvo una voz-. Si es tan fuerte como dices, derá un Cánydo formidable. Déjalo mirar, Andersen.
-Como quieras, Primero.

  Cadenas desatadas. Cadenas tintinearon.El cielo daba vueltas y una luz cegadora hirió sus pupilas. Luego, de nuevo, todo giró y fué dolor. 

   57. 

Aquella niña. Una mezcla espeluznante entre lo que había sido un Lobo. Pelo y fauces, pero ojos eterrorizados. 
Humanos.
-Bienvenido, chico.
  Feliz quiso responder. Aulló. Primero sonrrió.
Tarde o temprano, el Lobo se impondría. Y domesticarían al Lobo.
Tarde o temprano, se convertiría en un Cánydo. Pero no importaba. Estaba sola. Su queria hermana estaba muerta.

  Era una muñeca. Los ojos de vidrio.Cristalizados en una expresión, obserbó feliz, que era terror y estupor a un tiempo.
Felíz sintió deseos de gritar.
Una vez más, aulló.
-Inútil -concluyó Andersen.
Luego le corto la garganta.
Ella, con fuerzas, se desfiguró la cara, robó la bufanda de Primero y se convirtió en Primo.

Ahora sería la asesina de Lobos.