Piphan se había preparado para lanzár el dardo. Había apuntado al corazón de Narcisse, el Abrepuerta.
La oscuridad estaba repleta de Cagulards.
Piphan tiró. Y sonrrió.
La oscurudad asistía al desasosiego de los Prófugos.
La oscuridad se impacientaba.
Un misterioso Cazador no dio orden.
Piphane obserbó a Nick, el drogadicto.
El asco hizo que diera la orden.
- Ahora.
Los Prófugos cayeron como espinas. No tenian esperanza.
- El sabor de la sangre devería ser mejor.
Atacó.
- Tu alma es sucia, perro.
Lo asiló del cuello y lo lebantó del suelo.
- Tu alma es negra, perro.
Puso los ojos a la altura de Narcisse y escupió.
- No merecesa más que morir.
Atacó.
- Tu alma es sucia, perro.
Lo asiló del cuello y lo lebantó del suelo.
- Tu alma es negra, perro.
Puso los ojos a la altura de Narcisse y escupió.
- No merecesa más que morir.
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